sábado, mayo 29, 2010

Probando bebidas mágicas en Lipník, República Checa

Absinta, la bebida de los poetas malditos
En 2002 probé la absenta (ajenjo). Fue en un jardín público en el pueblo de Lipník nad Bečvou , en Moravia, República Checa. Era cerca de la medianoche cuando una hermosa amiga checa y otros tres amigos brincamos las rejas del jardín público del pueblo con la intención emborracharnos con ajenjo y cerveza.

Nunca en mi vida había probado nada cercano a una droga (excepto el alcohol) . Esa noche de verano no había luna llena pero ésta iluminaba nuestro camino claramente, como lo haría una linterna. Mi amiga parecía un fantasma, con su rostro delgado y blanco y sus ojos azules... era un espectro, salvo sus labios rojos que me guiaban por aquel jardín público lleno de pinos.

Por fin en un claro, extendimos un mantel, como si fuera un día de campo y alguien sacó una botella de ajenjo para ver si aquel macho mexicano se atrevía. Debo confesar que al ver el color azul verdoso del ajeno tuve miedo. Sabía que no era una de esas bebidas que tuve que tomar por economía en mis veintes cuando compraba un charanda en botella de plástico por 20 pesos (1 euro) . Tampoco era una botella de "Absolut" pirata. Eso era algo diferente. Seguro era una bebida que me iba a golpear duro. Y estas reflexiones que se me venían a la mente no eran producto de un análisis: provenían de las miradas expectantes de mis amigos checos, que esperaban ver mi reacción al tomar aquel legendario aguardiente.

Pero tomé fuerzas y grité mentalmente "¡Viva México!" antes de tomar con mis manos temblorosas el vaso de ajenjo que Jiri - uno de los muchachos checos - me extendió. Mientras lo llevaba a lentamente a mi boca, podía ver en la oscuridad, los ojos azules, amarillos, verdes de mis "prateli" checos. Y los labios de mi hermosa amiga que sigo recordando cada día de mi vida.

Cuando di el trago al ajenjo sentí en mi cuello y luego en mi pecho, como si una línea de fuego se encendiera y vi mis manos temblar, y escuhé todo claramente, por ejemplo el latido del corazón de ella, mi krasna amiga checa, y el mío propio. Y mis ojos vieron los rostros espectrales de esos amigos eslavos y mi olfato percibió el olor húmedo de los pinos de Moravia, y mi tacto la piel transpararente de ella.

Al ver los efectos del ajenjo en mi persona, mis amigos moravos sonrieron excalamando "nasdravie" mientras levantaban cervezas Gambrinus por encima de sus cabezas. Y yo, sin equlibrio, miraba una luna en forma de sonrisa que me decía "¡Disfruta, vive!... mientras yo esperaba un beso, un fuego que se disparara... un momento que se eternizara... la boca de ella diciendo algo en checo, un idioma extraño, que yo no podía comprender, pero que mi corazón descifraba para acelerarse al ritmo de cualquier canción que me entendiera, que me tirara boca arriba y que sacara al niño que fui para decir "hola" sonriendo, ahí, en el medio de un jardín público, una noche de verano de 2002, rodeado de fantasmas y al lado de moja krasna prateli checa, en un pueblito de Moravia, República Checa....








Lipník nad Bečvou

Aunque parezca increíble, es posible conseguir Absint (ajenjo) en Tijana, México (aunque está prohibido), como lo esplica el blog "Czech Absinthe"

Este es el ajeno checho, de venta en Tijuana, México