sábado, mayo 24, 2008

Las palabras escritas son mejores que el teléfono celular

Me quedé viendo los créditos de la película. Lo único que quería saber era el nombre del compositor de la música. Eso determinó el giro que daría mi vida los cuatro siguientes años, porque en el ruido del cine, no pude contestar la llamada que Vi me hacía al celular desde su oficina en la Ciudad de México.

Eran tres llamadas pérdidas desde su número y aunque las devolví nada más salir del cine, ella no contestó. Estaban espaciadas en el lapso de media hora. Si hubiera salido del cine nada más ver la escena final hubiera podido contestar. Pero la manía de ver los créditos de la música para bajarme el disco de Internet impidió que respondiera a Vi. Sentía que no haber respondido tendría alguna consecuencia, porque Vi nunca nunca nunca me llamaba desde su oficina a mi celular.

No lo sabía, pero mientras iba en el autobús a mi casa, con el celular en la mano, por si acaso ella llamaba, Vi viajaba en el BMW de aquel “alto ejecutivo” hacia un motel de lujo en las afueras del D.F.

Cuando intenté llamar por tercera vez a su celular, mientras el autobús dejaba embarradas las luces de la ciudad en el vidrio de mi ventana, Vi estaba besándose con el alto ejecutivo, que era muy brillante y apuesto, según ella.

Al momento que entraba a la tienda por agua mineral, cerveza y pan, Vi respiraba el aliento del alto ejecutivo, que ahora si se iba a divorciar, que ahora si iba a dejar a su esposa, sus hijos y las otras novias que tenía para estar con ella, que también era una alta ejecutiva, brillante y guapa.

Mientras levantaba la propaganda de los supermercados de la entrada de la casa, Vi sonreía con la cara enrojecida, feliz de estar con el alto ejecutivo, con el que viajaba a Europa para las cosas del trabajo, con el que se besó en el puente de Londres bajo la lluvia.

En el Winamp estaba “Emocional Rescue” de los Rolling Stones y yo marcaba a la casa de Vi cuando el alto ejecutivo se levantó de la cama para meterse a bañar, mientras ella le seguía con la vista esperanzada en que todo iba a estar bien.

En el instante que me conecté a la Internet para leer aquel mensaje que pedía que estuviera ahí porque ella necesitaba hablar conmigo, el alto ejecutivo comparaba el cuerpo de Vi con el de su otra novia, una alemana que la misma empresa había traído a trabajar a México. “Su piel está más firme” le decía a Vi mientras se ponía una corbata en el espejo y mientras yo aguardaba por ella en el Internet.

Yo abría una cerveza y ponía un disco de Los Smiths cuando el alto ejecutivo dejó a Vi con su rostro apagado en la esquina donde se pone la señora que vende tamales cerca de la entrada del metro y no en la puerta de su casa porque la calle era sentido contrario y "que flojera dar la vuelta a la manzana".

Estaba por desconectarme de Internet cuando, al mismo tiempo, llamaron por teléfono, y aparecieron los mensajes de una muchacha desconocida llamada Jana y el de Vi, parpadeando en la pantalla de la laptop.

Al teléfono, unos amigos sonsacándome para irnos a emborrachar, en el mensaje de Vi un “Marco, me siento muy mal” y en el de Jana, una esperanza, un escape de las parrandas sin sentido y la tensión que me provocaba la situación de Vi.

Ese día comenzó mi odio a los celulares, y mi aprecio por las palabras escritas. Los mensajes en un celular se diluyen nada más colgar. Las palabras escritas permanecen, Hablan al corazón y no al oído, como aquel mensaje que decía “hola, soy Jana, soy checa, leí el cuento que ha publicado en Internet” que me ayudó a escapar semanas después.

¡Por favor no me ames! Parte
¡Por Favor no me ames! 2
Diario de viaje 1: La prostituta de la calle Mobberly
Diario de viaje 2: El ángel de la caja 7
Diario de viaje 3: Fantasmas de Viena
Diario de viaje 4: "No sé quién eres... pero estoy contigo... I´m with you..."
Diario de viaje 5: Cerveza, Café y la Scarborough Fair
Diario de viaje 6: Cantando bajo la lluvia

Diario de viaje 7: Sólo los niños se niegan a vivir sin amor...
Diario de viaje 8: Esperanza en La Habana
Diario de viaje 9: ¿Crece la Intolerancia en europa?
¿Es necesario soñar?
¿Por qué Diana de Gales amaba al príncipe Carlos?
Viaje ácido de alguien que no vio el final de la fea más bella

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